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A 13 años de la hazaña del D. Cuenca

Cuenca. Para los cuencanos hinchas del fútbol, el 8 de diciembre del 2004 quedó grabado en su mente y en el corazón. Un partido memorable que culminó con victoria de 3-2 sobre Aucas en Quito fue el inicio de una noche mágica e inolvidable: Deportivo Cuenca, gritó “¡CAMPEÓN!”, por primera vez.

Eran las 20:00 de aquel miércoles, hinchas arrodillados en la calle, jugadores atentos sobre un autobús esperaron los últimos minutos de un partido que se disputaba en Quito, El Nacional estuvo ganando a Liga de Quito, y ese resultado le estuvo dando la consagración al cuadro colorado, resultado final: Deportivo Cuenca ¡CAMPEÓN! y la avenida del Estadio se convirtió en un mar de gente.

La piel se les erizó, las lagrimas de felicidad desbordaron por los rostros, el grito fue ensordecedor y el aliento se les acababa.

Nada importaba, el frío de la noche ni ser media semana, estar con sus ídolos y festejar por todo lo alto flameando la camiseta, una bandera, una bufanda, lo que sea, era todo lo que querían hacer los hinchas.

El Expreso austral se hizo sentir; la copa de campeón tuvo que llegar a sus vitrinas.

Esa misma noche, el bus ingresó al interior del estadio Alejandro Serrano, como ensayando la vuelta de campeón, pues el trofeo se llevaría el domingo, día en el cual el partido ante Olmedo no importaba, es más, el cotejo se perdió y se terminó antes del tiempo reglamentario; lo que querían todos los hinchas era levantar y besar el trofeo de campeones.

Todo el protocolo se rompió, los hinchas llenaron el gramado y, junto a jugadores gritaron “¡CAMPEÓN!”.
El festejo terminó bañándose en el río Tomebamba, junto al puente de Las Escalinatas, de ahí nadie quería salirse, el club de sus amores se bañaba de gloria, era el mejor del Ecuador.

Recuerdos
De aquella hazaña, hoy se cumplen 13 años y un cuencano que vistió los colores de su querido Deportivo Cuenca en 2004, 13 temporadas en total, cuando se le preguntó de aquel día, ‘Pablito’ Arévalo, o más conocido como el ‘Chavito’, nos invitó a bajar las gradas de su domicilio y al último cuarto de su casa, prendió la luz y abrió el baúl de sus recuerdos.

Es una habitación dedicado al fútbol, está lleno de cuadros, fotos, medallas, un sinnúmero de álbumes donde guarda toda su historia y llenándose los ojos de lágrimas cuenta cómo vivió aquel 8 de diciembre.

“Ese día jugamos ante Aucas en Quito y yo actué en los últimos 25 minutos, entré muy nervioso, reemplacé a David Valencia, el Cuenca estuvo ganando, solo queríamos que se termine el partido, nada más”, recuerda emocionado.

Dice además que, tras el partido, ya festejando la clasificación a Copa Libertadores, se aprestaron a regresar a Cuenca, querrían llegar a la ciudad porque le manifestaron que el aeropuerto estuvo abarrotado de hinchas esperando al equipo.

“Cuando llegamos, era verdad, la gente había invadido el aeropuerto, un bus nos esperó en la pista, y desde ahí empezaron los festejos, se convirtió una caravana que terminó en el estadio”, dice, mientras cuelga de sus manos la medalla de oro que recibió en aquella gesta.

Recuerda también que, luego de aquel 8 de diciembre, los festejos continuaron, ya que el domingo se preparaba la vuelta olímpica para levantar el trofeo, siendo ese, para Arévalo, el momento más sublime, del cual asegura que nunca lo olvidará, pues se convirtió en el primer jugador cuencano en alcanzar un campeonato.

“A inicios de ese año, recibí una llamada de Hernán Neira, quien me dijo: Pablo le quiero en el equipo, busco un cuencano porque este año vamos a ser campeones”.

“Entramos a la liguilla y ganamos los cinco primeros partidos, siendo inalcanzables para los rivales cuando faltaban dos fechas más”, recuerda Pablo Arévalo, ahora dedicado a la docencia; es profesor en un centro educativo, y, además, está por terminar el curso como entrenador en Argentina.

Mascota-gerente
De su lado estuvo Pedro Peña, un hincha del Cuenca desde que tuvo cuatro años, pues, de la mano de su abuelo y su papá, empezó a ir a estadio e ingresando a la cancha con los jugadores. En esa temporada del 2004 fue gerente deportivo y, como parte de la directiva, vivió los días más felices, las lágrimas desbordaron por su rostro, comparte.

Cuenta que aquel miércoles, en el partido ante el Aucas, si ganaban, clasificaban a la Copa Libertadores, siendo ese el objetivo principal en ese entonces y así lo hicieron: triunfaron 3-2 y, con uno de los auspiciantes, organizaron el recibimiento por haber clasificado a la Copa.

Sin embargo, en un tercer partido, El Nacional de manera sorpresiva estuvo empatando con Liga de Quito y eso les daba el vicecampeonato; se esperaba eso, pero el partido lo termina ganando El Nacional y, sumando números, el Cuenca se proclamó campeón.

“El Cuenca entró a la liguilla como un simple invitado, con 0,5 de bonificación, pero ganamos los cinco primeros partidos y el margen se amplió, lo que, a falta de dos fechas, nos dio el título”, comenta el exgerente, quien había dedicado 14 años al club.

Jugadores
Como gerente, Peña recuerda cómo estuvo armado el plantel 2004, y, junto a Manuel Vega (presidente), Hernán Neira y otros directivos se reúnen para estructurar al equipo, contratan al técnico argentino Daniel Cordoba y piden que traigan un arquero. Fue cuando el guardameta Javier Klimowizc se puso la camiseta colorada, además de otros extranjeros, pero no respondieron y fueron cambiados; Raúl Antuña y Marcelo Velazco.

Ademas, tuvo a elementos nacionales, como Giancarlo Ramos, Fernando Hidalgo, Raúl Noriega, Pablo Arévalo, dos delanteros: Carlos ‘Ventarrón’ Quiñónez y Walter Calderón.
Julio Asad llegó por el mes de marzo para reemplazar al profesor Córdoba, quien fue suspendido por la Ecuatoriana de Fútbol. “Se armó un equipo que fue siendo competitivo, fue una familia, siendo la fortaleza y la virtud del plantel”, finaliza un orgulloso hincha del cuenquita. (MRO) (D).

Fuente: El Tiempo.